Lección 1: El Ochenio de Odría (1948-1956)

Lección 1: El Ochenio de Odría (1948-1956)

El período conocido históricamente como el Ochenio de Odría se divide en dos fases: la Junta Militar de Gobierno (1948-1950) y la Presidencia de la República (1950-1956). Algunos lo definen como una “dictadura de derecha”; para otros fue solo un gobierno autoritario y popular. Retornaban así los militares al poder, tras ocho años de gobierno civil.

Depuesto el presidente Bustamante, los militares golpistas instauraron un Junta Militar, presidida por el general Manuel A. Odría, quien impuso un gobierno autoritario, enérgicamente antiaprista y anticomunista. Se suprimieron las garantías individuales, consagrada indefinidamente con una arbitraria Ley de Seguridad Interna, dirigida con especial dureza contra el APRA. Cerebro de la represión fue el director de gobierno, Alejandro Esparza Zañartu (luego ministro de Gobierno). Los líderes apristas fueron encarcelados o deportados. Haya de la Torre se asiló en la embajada de Colombia, donde permaneció hasta 1954, cuando salió rumbo al destierro.

La Junta Militar decidió convocar a elecciones presidenciales en 1950. Odría sería el candidato, pero existía un problema formal: de acuerdo a la constitución, el ciudadano que aspirara a la presidencia no debía ejercer al mismo tiempo el poder, al que debía renunciar, mínimo, seis meses antes de las elecciones. Odría dio entonces su famosa “bajada al llano”: faltando apenas un mes para las elecciones dejó el poder al general Zenón Noriega (1 de junio de 1950). La oposición, reunida en una Liga Nacional Democrática, presentó a su vez la candidatura del general Ernesto Montagne Markholz. En protesta, estalló la rebelión de Arequipa que fue reprimida sangrientamente por el gobierno. Montagne fue apresado y desterrado, quedando así Odría como único candidato y vencedor de las elecciones generales del 2 de julio de 1950, convertidas en una auténtica farsa.

Odría juró como Presidente Constitucional el 28 de julio de 1950. De su gobierno merece destacarse la gran obra educacional y de seguridad social, así como la relativa recuperación económica y financiera del país, favorecido en parte por una beneficiosa coyuntura internacional: la guerra de Corea, que trajo un aumento las exportaciones y el repunte de sus precios. La crisis económica empezaría a arreciar a finales de su gobierno y sería su sucesor a quien le tocaría enfrentar su solución. Su lema fue "Hechos y no palabras" que luego lo cristalizó en “Salud, Educación y Trabajo”. Impulsó un ambicioso programa de obras públicas, lo que trajo como consecuencia un pleno empleo y consecuentemente una momentánea paz social. Fue así como se erigieron grandes unidades escolares (como el Melitón Carvajal, Mercedes Cabello, Teresa González de Fanning, etc.), universidades nacionales, edificios públicos (como el del Ministerio de Educación), complejos de vivienda, hospitales (como el Hospital del Empleado, hoy “Edgardo Rebagliati Martins”; y el Hospital Militar Central), hoteles, puentes, estadios (como el Estadio Nacional de Lima) y autopistas como la Panamericana, obras todas de gran envergadura.

La abundancia de obras públicas y la falta de una fiscalización originaron inevitablemente una gigantesca corrupción pública, de la que se beneficiaron tanto Odría como sus allegados.

Hacia 1954 empezaron a darse señales de la descomposición del régimen. Acusado de conspirador, el general Zenón Noriega fue desterrado. El 20 de julio de 1955, los redactores del diario La Prensa prepararon una declaración en la que exigían la derogatoria de la Ley de Seguridad Interior, la reforma electoral y la amnistía política general. Este documento sirvió de punto de partida para la fundación de la Coalición Nacional, encabezada por Pedro Roselló, Manuel Mujica Gallo, y Pedro G. Beltrán. Una reunión de la Coalición, realizada en el teatro de Arequipa, fue atacada por matones al servicio del gobierno, iniciándose una masiva protesta, similar a la de 1950. La ciudad se declaró en huelga general y pidió la destitución del ministro de Gobierno, Alejandro Esparza Zañartu. Estalló así la llamada Revolución de Arequipa de 1955. Odría se abstuvo de enviar a las fuerzas militares para reprimir la revuelta y Esparza tuvo que renunciar, a fines de diciembre de 1955, partiendo al exilio. Este episodio marcó el comienzo del fin del régimen odriísta.


El régimen se hallaba ya estaba muy desgastado cuando Odría decidió convocar a elecciones generales en 1956, anunciando a la vez que no se presentaría como candidato. Se presentaron tres candidatos: Hernando de Lavalle, inicialmente apoyado por el gobierno y por el recientemente fundada Democracia Cristiana; el ex presidente Manuel Prado Ugarteche, por el Movimiento Democrático Peruano (MDP); y el arquitecto Fernando Belaunde Terry, lanzado por un improvisado Frente Nacional de Juventudes Democráticas, cuya inscripción fue impuesta al Jurado Nacional de Elecciones, tras una protesta memorable realizada en el centro de Lima, conocida como el “Manguerazo” (1 de junio de 1956).

Como el partido aprista se hallaba impedido de participar en las elecciones, los votos de sus militantes serían decisivos en la contienda. Los dirigentes apristas decidieron negociar sus votos, a cambio de la mejor oferta que hicieran los candidatos. Lavalle ofreció un estatuto de partidos que otorgaría la legalidad al APRA en fecha no determinada, lo que para los apristas no era suficiente. Fue Prado quien tuvo la habilidad de ganarse el apoyo de los apristas, a quienes prometió levantarles la proscripción desde el primer día de subir al poder, prometiendo derogar la famosa Ley de Seguridad Interior. El gobierno también optó por apoyar a Prado, con quien convino el llamado el Pacto de Monterrico, a cambio de una total impunidad en lo que respecta a los casos de corrupción del Ochenio.

Las elecciones se realizaron el 17 de junio de 1956. Los resultados oficiales fueron los siguientes: Manuel Prado Ugarteche, 568 134 votos (45.5 %); Fernando Belaunde Terry, 457 638 votos (36.7 %) y Hernando de Lavalle, 222 323 votos (17.8 %). El 28 de julio de 1956, los militares dejaron el poder en manos del doctor Manuel Prado.

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